Friday, June 17, 2005

En Memoria de Adolfo Aguilar Zinser

Por Ernesto Castañeda.

Como muchos intelectuales, a la vez cosmopolitas y nacionalistas, Adolfo Aguilar Zinser veía al Mundo desde México y a México desde el Mundo. Haciendo un estudio profundo de la historia y las ciencias sociales anhelando un mayor desarrollo nacional para que México ocupara un mejor lugar en la comunidad de naciones.


Estudiando su maestría en la Kennedy School y como profesor visitante en universidades en Washington, Chicago y Berkeley, estudiaba a México con la distancia y nueva perspectiva que le daba el país del norte al cuál admiraba a la vez que recelaba, lo que su ambición le había costado a México y a otros países del tercer mundo. Por décadas estudió la relación bilateral.


Incluso antes de entrar al equipo de Fox me tocó oírlo hablar de los muchos malentendidos históricos entre México y Estados Unidos, polémicas y mala comunicación, así como un profundo desconocimiento del “otro.” El veía la relación México/EU basarse más en estereotipos añejos que en la aceptación del otro con todas sus complejidades y matices. Que irónico que como diplomático y como funcionario público se haya visto envuelto en estas diferencias y malos entendidos.


Varias veces tuve la oportunidad de charlar con él en Berkeley, en Nueva York. La última vez que lo ví fue en el DF hace un año tomándose un café con Muñoz Ledo. Sus análisis de la situación nacional e internacional siempre eran inteligentes y documentados. Adolfo Aguilar Zinser era un ejemplo del intelectual público que no le temía a ser parte del gobierno a pesar de los arduos retos a enfrentar. Comprometido con el país, era guerrero de las ideas, las cuáles abanderaba con más pasión y lealtad que sus filiaciones partidistas. No buscaba el poder en sí mismo pero sabía que si quería influir como individuo tenía que estar cerca de los centros de poder donde se hacen las decisiones.


Adolfo Aguilar Zinser fue uno de los muchos motores que permitió el cambio democrático en México. Siempre se mantuvo congruente, crítico e independiente. Sin temor se declaraba pasionalmente en desacuerdo con gente poderosa, rompió varias amistades temporalmente e incluso platicaba que fue secuestrado por criticar al ejército.


Apoyo a Cárdenas en su segunda campaña pero no por eso dejo de ser crítico del PRD. Nieto de Miguel Ángel de Quevedo fue también un ecologista. Compitió para senador bajo el Partido Verde aunque después se distanció de él. Debido a sus desencantos con los partidos que lo nombraron como candidato fue en la práctica uno de los primeros legisladores ciudadanos independientes, incluso en un país donde los partidos son los ejes principales del acceso al poder.


Fue miembro del Grupo San Ángel y otros grupos de influyentes ciudadanos que impulsaban no sólo ideales sino programas y agendas específicos. Junto con su amigo Jorge G. Castañeda se opuso a algunas de las limitaciones del Tratado de Libre Comercio tanto en México como en EU por lo que levantó la animadversión de Carlos Salinas.


Cuando la campaña de Fox era un proyecto incierto, se unió a su equipo. Bajo la lógica del voto útil, buscó apoyo para Fox más allá del PAN y fue el encargado de relaciones internacionales en el equipo de transición. Junto con Fox y Castañeda elaboró un plan para crear una nueva relación entre México y EU, la cuál valientemente se intentó aunque lamentablemente fracasó porque para el dialogo se necesita de dos.


La Secretaría de Seguridad Nacional resultó exitosa en cuanto al trabajo bilateral cotidiano en relación a inteligencia, fronteras y aduanas pero obtuvo poca atención de los medios. Como embajador dependió de Jorge G. Castañeda y luego de Luis Ernesto Derbez a los que nunca pudo ver como jefes sino como colegas con los que podía estar en desacuerdo. En la ONU se encontró con las resoluciones en torno a la guerra en Irak. Que irónico que como capacitado interlocutor entre el gobierno Mexicano y el Estadounidense Adolfo Aguilar Zinder haya sido en cierto sentido presa de este conjunto de malos entendidos e ignorancia de los que tanto escribía.


Adolfo se sabía especial, como embajador de México en la ONU se codeaba seguido no sólo con los diplomáticos y burócratas de la ONU sino con Colin Powell, Condoleeza Rice, Kofi Annan y Dominique de Villepin entre otros, no como adulador sino como igual. Listo para hablar con ellos de frente y honestamente preparado para aliarse con ellos o debatir contra ellos con base en su propio discernimiento crítico y moral. De esta manera fue clave en forzar a la Secretaría de Relaciones Exteriores y al gobierno Foxista, un poco a pesar de sí mismos, no sólo a negarse a darle un sello a la invasión de Irak sino en oponerse a ella abiertamente.


Aguilar Zinser optó por la posición moral en contra de una guerra imperialista disfrazada con lenguaje antinuclear. Lo hizo aún en contra de personas dentro del círculo foxista que recomendaban usar este voto estratégicamente y cambiarlo por una supuesta posible amnistía para nuestros paisanos en EU. Aunque no era muy clara la posibilidad de que Bush cumpliera esta promesa, Aguilar Zinser se peleó con viejos amigos, se la jugó y busco ser mártir y líder moral en contra del apoyó de la ONU a la invasión a Irak. Estuvo del lado de los cancilleres de Francia y Alemania quienes tenían intereses económicos que serían afectados en Irak.
A pesar de que la historia le dio la razón, al comprobarse lo que mostraban Hans Blix sobre la falsedad de la existencia de armas nucleares en Irak, esta oposición le costó a Aguilar Zinser el puesto ante el Consejo de Seguridad unas semanas antes de que México dejara de ser miembro temporal del Consejo junto con Chile en representación de Latino América. La excusa fue una conferencia en la Universidad Iberoamericana donde ante la desilusión por la actitud americana que tomaba el apoyo de México por sentado, comentó que las elites americanas veían a México como el patio trasero de EU lo que ofendió a Fox; presiones de Powell y Bush precipitaron su renuncia y una ruptura pública con Fox.


Adolfo Aguilar Zinser era humano e imperfecto como todos. Tenía días buenos y otros no tanto. Cuando no podía convencer a otros con sus argumentos a veces la cólera y la soberbia lo tomaban preso pero sobre todo se llenaba de frustración entre lo ideal y lo bajo de la política pública e internacional. Adolfo Aguilar Zinser tenía muy altas ambiciones y expectativas de sí mismo, de México y del mundo. A veces brotaban en él las comunes inconformidades de las elites, para las cuáles el México real, con sus complexidades y problemas difíciles de resolver, le quedaba chico, y la distancia entre el México real y el proyecto de un nuevo México lo desesperaba y llenaba de ansiedad e insatisfacción. Lejos de sólo quejarse Adolfo trataba de amar el país por lo que era y de actuar y trabajar para hacer esos cambios realidad.


Adolfo Aguilar Zinser militó en muchas causas, banderas y partidos no sólo por su gran ambición y protagonismo sino también porque con su inteligencia y capacidad tenía mucho que aportar al país un intelectual público que no resistía mirar desde lejos las acciones que tenían el potencial de cambiar el país.
Con una excelente salud, una mente muy lúcida y muchas metas y sueños aún por cumplir murió Adolfo Aguilar Zinser. Lástima que su muerte allá sido tan llana y prematura, justo unas semanas después de la muerte de su madre. Nacido dentro de una prominente familia, contaba con un capital económico considerable, sobre todo en relación con la mayoría de la población, con una familia muy influyente y sobre todo con un alto capital cultural.


El nombre de su hermano Alonso Aguilar Zinser también ha salido mucho últimamente en los medios por ser abogado defensor de Raúl Salinas. A la pregunta expresa que le hice a Adolfo hace unos años sobre los clientes que defendía su hermano me contestó, “¿Que querías, que siendo un destacado abogado penalista defienda a las hermanas de la caridad?” Como criminalista destacado, al igual que su padre, el hermano defiende casos polémicos de conocidos personajes, sin embargo esto no tiene por qué servir como ataque fácil contra la moral de Adolfo Aguilar Zinser, que en paz descanse.


Sin duda Adolfo Aguilar Zinser era una persona comprometida con su país, un intelectual público, un pensador crítico que no tenía miedo a participar y convertirse en actor y propulsor de los cambios que imaginaba. Que sirva de ejemplo a todos los que aún quedamos.




Ernesto Castañeda Tinoco es graduado de la Universidad de California Berkeley actualmente estudia el Doctorado en Sociología en la Universidad de Columbia en Nueva York. Comentarios: ernestoforo@yahoo.com

1 comment:

Roberto Iza Valdés said...
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