Tuesday, July 19, 2005

Nacimiento de Nuevos Partidos: ¿Verdadera opción o distracción?

Por Erika Cervantes.

México es el escenario perfecto para el surrealismo. Cualquier cosa, por más increíble o sorprendente que parezca, es posible en nuestro país. En todos los ámbitos aplica esta premisa, sin embargo, es especialmente cierta en la vida política y electoral. Hoy podemos ver, a un año de las elecciones, un boom de precandidatos luchando por convertirse en candidatos presidenciales (fenómeno al que algunos analistas han llamado “multipresidencialismo”), la creación de fundaciones que reviven de manera muy conveniente a personajes del pasado, y el surgimiento de nuevos partidos políticos.

El análisis, en esta ocasión, se concentrará en las asociaciones que en días pasados recibieron su registro por parte del IFE para ser formalmente partidos políticos. El primero de ellos es Alternativa Social, Demócrata y Campesina, encabezado por Patricia Mercado, y el segundo, Nueva Alianza, dirigido por Miguel Angel Jiménez.

Alternativa Social nace a partir de los partidos México Posible, Fuerza Ciudadana y el Socialdemócrata que perdieron su registro en 2003. Su candidata oficial, hasta el momento es Patricia Mercado, economista de la UNAM y activa participante en organizaciones de la sociedad civil con enfoque en cuestiones de género.

Nueva Alianza surge como partido a partir de la Asociación Conciencia Política, conformada por alumnos del ITAM. Aunque niegan cualquier relación, Nueva Alianza tiene el apoyo de la Asociación Ciudadana del Magisterio (ACM), del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y por consiguiente, de la Maestra Elba Esther Gordillo. Aún no tienen candidato oficial, pero le hacen “ojitos” a todo aquel desamparado que desee contender en los comicios del 2006 y que no tenga un partido con el cual lanzar su candidatura. Así, Jorge Castañeda, Cuauhtémoc Cárdenas, o cualquiera que quede desplazado de su partido político (llámese PRI o PAN), puede tener una segunda oportunidad para conseguir la tan anhelada silla presidencial.

Es aquí donde me pregunto si la aparición de estos partidos políticos realmente es una opción verdadera para nuestro México incipientemente demócrata. ¿A caso del seno de estos partidos saldrá una figura que sepa guiar a todos los mexicanos en un proyecto común?, o ¿será que tan solo son expresiones del surrealismo que caracteriza a nuestro país y que sirve de pretexto para que los políticos muevan las cartas a su favor? ¿Será que tan solo son un negocio que reditúa bastantes ganancias?

Con 8 partidos dentro de la elección (PRI, PAN, PRD, PT, PVEM, Convergencia, PNA y Alternativas), aún no podemos saberlo, lo cierto es que a comparación de los partidos fuertes, Nueva Alianza y Alternativas Sociales presentan un rezago. Mientras que los otros partidos y candidatos llevan por lo menos 6 meses en actividad pre-electoral, estos apenas están recibiendo su registro ante el IFE y pensando en quién será su posible candidato. Los tiempos ya están encima.

La moneda aún está en el aire y lo inesperado puede pasar (estamos en México ¿no?). Así que por ahora no se puede llegar a una conclusión sobre el papel y la relevancia que estos partidos tendrán en las elecciones del 2006. Su misión es lograr mantener el registro con el 2% de los votos, y utilizar adecuadamente los cuantiosos recursos que el IFE destina por ley al financiamiento de los partidos, que aproximadamente son de 16 millones de pesos.

Lo cierto es que el momento que estamos viviendo los mexicanos es coyuntural para lograr una verdadera transición a la democracia. Es un ejercicio que nunca antes habíamos experimentado y que servirá para que la ciudadanía comience a despertar políticamente. Opciones o distracciones, los nuevos partidos ya tienen un espacio en la vida política del país, y aprovechar su existencia depende directamente de nosotros.

La autora es Lic. en Relaciones Internacionales por el Tecnológico de Monterrey y estudiante de la Maestría en Políticas Públicas en EGAP. Comentarios:
erikacervantes2003@hotmail.com







Nuestros Tiempos

La definición social de las remesas.

Por Ernesto Castañeda Tinoco.

En estricto sentido una remesa es una cosa enviada de un lugar a otro con cierta continuidad. En los últimos años el termino remesa se ha utilizado para referirse al envío de dinero que un trabajador manda de un país a otro. Por su carácter transnacional han llamado la atención de los creyentes en el fenómeno llamado “globalización” quienes en ocasiones las presentan como evidencia de este fenómeno. Algunos las llaman “la cara humana de la globalización” o “globalization from below.” Sin embargo, cabe destacar que el envió de remesas no es algo nuevo ya que tuvo antecedentes entre migrantes italianos y polacos en el siglo XIX y XX. A través de la historia, viejas burocracias imperiales, familias reales, empresariales y de elite con hijos en el extranjero, familias de expatriados y de ciudadanos trabajando en misiones imperiales, colonizadoras y diplomáticas también han mandado recursos económicos para el sustento de sus familias a través de fronteras políticas.

Algunos califican el termino de remesas con calificativos tales como remesas familiares para referirse en especifico a la categoría más común donde algún miembro de la familia ya sea el padre, la madre y/o uno de los hermanos mandan dinero como estrategia de ingreso familiar. Si bien la economía familiar observa un mayor flujo económico, el costo social y psicológico es tener a un miembro de la familia lejos de casa por varios años con el único objetivo de convertirlo en fuente de recursos. Esto constituye un extremo de la figura del “breadwinner” o sostén de la familia, que se viene dando a partir de la división del trabajo por géneros, la comodificación del trabajo y la sacralización de la infancia y la diferenciación entre lugar de residencia y de empleo.


Otros usan adjetivos como remesas migrantes para hacer hincapié en el carácter migratorio de estos trabajadores transnacionales. Si bien estas remesas están ligadas a desigualdades en el desarrollo económico y de distribución de recursos nacional e internacionalmente, y la diferencia internacional en salarios que orillan a muchos a migrar, algunos de los últimos debates sobre remesas han tendido a separar el tema de remesas del tema migratorio.


Por su carácter binacional y la manera en que son contabilizadas las remesas son parte importante en la balanza de pagos entre países. Por lo que algunos comentaristas mal informados o con agendas políticas las ven cómo perdidas de recursos para los países de donde se originan sin tomar en cuenta los beneficios por el trabajo realizado, o bien se atreven a categorizarlas como ayuda internacional, lo cual es una tergiversación de la realidad.


Por otro lado hay quienes ven en las remesas colectivas, es decir las donaciones a proyectos colectivos o de inversión, una clave para el desarrollo político y económico, sin dejar de ser importantes, resulta demasiado optimista e irresponsable asignarles la responsabilidad de impulsar el desarrollo del país por si solas. Tanto entre migrantes como entre el pseudo-especialista en desarrollo se sigue el mito de que el migrante después de trabajar unos años en el extranjero puede regresar del extranjero con capital suficiente cómo para iniciar su propio negocio. Si bien estos casos se dan, parecen ser más la excepción que la regla.


Algunos de los gobiernos de los países que más remesas reciben han impulsado la constancia e incremento de estos flujos que ayudan en la balanza de pagos, la atracción de moneda extranjera y el alivio a la pobreza. Sin embargo, es importante recordar que las remesas familiares y colectivas no pueden ni deben suplantar los roles que tiene el gobierno como prestador de servicios y promotor de modelos de crecimiento efectivos.


El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) organizó un congreso sobre Remesas en Washington a finales de junio al cuál asistí y en donde estas diferentes percepciones y construcciones del fenómeno remisorio se vieron presentadas y enfrentadas. Por un lado, los banqueros ven estos flujos como informales, por darse cita fuera del sistema bancario y su objetivo principal es “bancarizar” a estas personas prometiendo comisiones menores que las actuales y acceso a crédito, lo cuál aún resta de ser una realidad en Latinoamérica y no garantiza que los bancos sigan ofreciendo los créditos que ahora prometen si es que la mayoría de los migrantes abren cuentas de banco. Por otro lado micro-bancos y las cajas de ahorro usan las remesas como bandera de propaganda, tema moral y como salvavidas del cual aferrarse para sobrevivir.


En el caso de México, BANSEFI está desarrollando un sistema integral que uniría cajas de ahorro, micro-crédito, hipotecas, seguros e hipotecas para capitalizar parte de estos recursos con ayuda de los sectores público, privado y civil.


Como varios estudios indican, la mayoría de los recursos que las familias con miembros en Estados Unidos reciben son dedicados a consumo básico. La idea es que parte de estos recursos sean utilizados en proyectos económicos sustentables a largo plazo. Más recursos pueden aparecer si las comisiones bajan y existen servicios de educación financiera e inversión así como cooperativas y organizaciones sin fines de lucro que inviertan parte de estos recursos en las zonas migrantes.


Representando al Banco de México el subgobernador, Guillermo Güémez, defendió el total de 16.6 mil millones de dólares percibidos por concepto de remesas en 2004, representando el 2.46 del producto interno de bruto. Comentó abiertamente que la expectativa es que esta cifra siga creciendo incluso si se reduce la brecha de ingresos entre Estados Unidos y México.


Como Donald Terry, director del Fondo de Inversión Multilateral del BID comentó en un foro en Nueva York el 15 de Julio “No es bueno que América Latina sea la región del mundo con el mayor total de remesas porque no se trata de una estrategia de desarrollo, sino que más bien refleja las fallas de una estrategia de desarrollo.”


Como esta pequeña reseña muestra los discursos son muchos y el debate continúa entre diferentes actores para construir el discurso oficial sobre el fenómeno de las remesas, en el cuál los auto-denominados expertos deben de dejar su ego y carreras un poco de lado para escuchar la voz del migrante que envía remesas y de su familia en México, no sólo en encuestas superficiales sino en estudios y programas que atiendan esta serie de dramas humanos y cambios sociales que en un futuro marcaran la nueva cara de Norteamérica.

Ernesto Castañeda Tinoco es graduado de la Universidad de California Berkeley. Actualmente estudia el Doctorado en Sociología en la Universidad de Columbia en Nueva York donde adquirió su maestría. Comentarios: ernestoforo@yahoo.com

Entre el 4 de Julio y el 16 de Septiembre…

Por Diana Páez Guajardo.

Mexicanos en los Estados Unidos. La persecución de un sueño, la sustitución de otro, una jugarreta del destino, una oportunidad, un compromiso, un engaño, una desilusión. Un motivo así nos trajo aquí, un motivo así nos hace quedar. La lejanía de los orígenes parece atizar el fuego de nuestra mexicanidad. Parece intensificarla y nos permite reconocernos mutuamente en cualquier calle, en cualquier sitio.

La persecución de un sueño: Aeropuerto de Charlotte, Carolina del Norte, en la fila para abordar el avión hacia la Ciudad de México noto que los pasajeros delante de mí – sombrero y botas bien puestos – revolotean mirándose unos a otros cuando la encargada les pide una “aidi”. No reaccionan y entonces ella también revolotea preguntando si hay alguien ahí que pueda traducir. Me acerco y traduzco para todos. Ninguno de ellos tiene pasaporte, los más sofisticados exhiben orgullosos su credencial de elector, el resto un acta de nacimiento apenas legible malgastada por el tiempo y la cartera. Después de registrarse y registrarme converso con un par de ellos durante un rato. El más parlanchín me cuenta orgulloso que ha pasado la frontera “cuatro veces ya, eh? y por el meritito desierto” tardándose lo menos 8 días, lo más 12. “A la buena de Dios, de purito milagro”. Viene de Hidalgo y hace seis años que se convirtió en mexicano errante. Entra cruzando el desierto, de puntillas, en silencio; sale tomando el avión, desplegando orgulloso su “aidi”. Y persevera. ¿Y si lo pescan? “Nunca me han pescado, pero si pasa, pues ya qué, no hay que resistirse, me devuelvo y lo vuelvo a intentar…”

Supongo que es uno de los suertudos. Los otros ya no pueden contar sus historias. A veces me pregunto, ¿cuánto tiempo, cuánto bienestar hace falta en México para revertir – o al menos detener – esta tendencia? ¿Será en verdad posible lograrlo algún día? Migración indocumentada, migración indígena. Gusto o necesidad, craso error o sabia decisión, mágica solución o simple sed de aventura. Historias tristes y otras un poco menos. ¿Cómo termina la letanía? ¿Termina?

Y para el emigrante, dos mundos radicalmente distintos que se sobreponen, sin jamás integrarse del todo, un poquito de uno, un poquito del otro. Con un poco de suerte se puede tomar lo mejor de ambos y dejar afuera la miseria y el desamparo, quizás un día hasta pretender que en la partida se conquistan nuevas tierras y se viven aventuras – no se sufren nunca más. Y hacer entonces de esos larguísimos, interminables paseos por el desierto, una forma de vida, un incierto recorrido que se repite hasta el cansancio…arriesgando cada vez el escueto presente, el impredecible futuro y quizás hasta la vida misma por la supervivencia, así, “a la buena de Dios”.


La autora posee un Master en Prospectiva Internacional por la Universidad de París y actualmente trabaja en la Embajada de México en Estados Unidos. Comentarios:
paezguajardo@gmail.com

Monday, July 04, 2005

Pobres a la medida

Por Nizaleb Corzo.

El especialista en pobreza Bernardo Kliksberg, en su libro “El nuevo debate sobre el desarrollo y el rol del Estado“ (INAP 2001), señala que los gobiernos latinoamericanos en su intento de identificarse como un ente eficaz, han tratado en su discurso de negar o minimizar la pobreza. El autor deja claro que desde la década de los 80, se observa un incremento en la población ubicada por debajo del umbral de pobreza en los países latinoamericanos.

Menciona que ese disfraz estatal es operado a través de dos canales específicos. Uno ocurre cuando se trata de relativizar la situación: “Pobres hay en todos lados”, frase que ha sido utilizada como respuesta a las preguntas sobre el ascenso de las cifras de pobreza en países determinados. Por su parte, en materia económico-social, siempre se tiende a desagregar los datos, y mostrar una perspectiva comparada e histórica para determinar la situación real. La pobreza en América Latina es extensa, diversificada, y tiene actualmente incluso una fuerte expresión en las clases medias, en donde el deterioro de sus bases económicas ha generado un estrato social en crecimiento denominado “los nuevos pobres”.

Tanto los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo como los del Banco Mundial nos dan una visión muy específica de las condiciones sociales del continente. Prevalece la desigualdad. Más de la mitad de la población se encuentra en condiciones de pobreza. En términos concretos, más de 200 millones de latinoamericanos ganan menos de dos dólares diarios para su subsistencia.

Las nuevas teorías del desarrollo nos enfrentan a una realidad poco desdeñable, la pobreza tiene muchas caras. En México, de acuerdo con la categorización de la Secretaría de Desarrollo Social, son pobres aquellos que no cuentan ni siquiera con los recursos suficientes para comer, conocida como pobreza alimentaria, cuyos ingresos mensuales por persona son menores a 548 pesos en áreas rurales y 740 en áreas urbanas. En segundo lugar, se encuentra la pobreza de capacidades, que incluye a todas las personas que viven en pobreza alimentaria, más aquellos que sufren de acceso limitado a servicios de salud y educación, con ingresos menores a 652 y 910 pesos al mes en áreas rurales y urbanas, respectivamente. Finalmente, SEDESOL ha identificado también a la pobreza patrimonial, que se caracteriza por su insolvencia para cubrir las necesidades de alimentación, salud, educación, vestido, calzado, vivienda y transporte público. Los ingresos mensuales de estas personas no superan los 1,000 pesos en zonas rurales y los 1,487 en zonas urbanas.

Esta nueva categorización de los pobres ha hecho más evidente el rezago por el que atraviesa nuestro país.

Apenas la semana pasada, el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México anunció que tres y medio millones de mexicanos habían dejado de ser pobres, más bien, habían dejado de pasar hambre... afortunadamente ya ganan 60 pesos más al mes –dos pesos diarios- para comer. Esto quiere decir que algunos campesinos, maestros rurales, pastores, entre otros, probablemente dejaron de percibir en promedio 547 pesos al mes para ganar 607 pesos (¡vaya!) y algunos citadinos perciben ahora ingresos promedios de alrededor de 799 pesos. Pero, todavía lo más grave del asunto es que ello, en su mayoría, se debe a las remesas, según lo indica el propio comité.

Debo señalar que el Comité es una entidad sumamente reconocida, compuesta por personajes de probada solvencia moral y académica, entre ellos se encuentra el profesor Luis Felipe López Calva del Tecnológico de Monterrey; Fernando Cortés, del Colegio de México; Rodolfo de la Torre y Graciela Teurel, de la Universidad Iberoamericana; Luis Ruvalcaba y John Scott, del CIDE, así como Enrique Hernández Laos de la UAM, entre otros. Por ello, es dudable que éstas cifras hayan sido maquilladas en favor de la gestión gubernamental actual, como lo asumió el diputado perredista Julio Boltivnik, cuyos propios métodos de medición de la pobreza presentan cifras aún mayores que las presentadas.

No obstante, aunque en cifras concretas los resultados parecerían alentadores para el gobierno federal, es cierto que en el ambiente de la sociedad no se nota, la tensión parece ir en aumento. Han crecido los índices de asalto con violencia, el robo a transeúntes, el ambulantaje, entre otros factores que se identifican con el aumento de las condiciones de pobreza. En cifras del mismo comité, más de 18 millones de mexicanos se encuentran en condiciones de pobreza alimentaria, casi 8 millones más en pobreza de capacidades y suman alrededor de 50 millones los pobres de patrimonio. Entonces, ¿a qué nos enfrentamos? A decir de las cantidades, casi la mitad del país es pobre.

Lo que es cierto es que para algunos gobiernos la política social no es importante, es considerada una carga para el Estado, de la que no es fácil desprenderse. Este enfoque ha orillado a la instrumentación de políticas sociales de bajo perfil, con consecuencias fatales para la población. Incluso, se ha procurado en algunos gobiernos eliminar de las agendas la palabra pobreza, viéndola ya en sí como un “término” cargado de connotaciones.

A diferencia de otros programas de desarrollo social en la región, parece que en México éstos se han reformado paulatinamente y han alcanzado niveles más eficientes en las alternativas que se ofrecen a las comunidades más necesitadas. Hábitat y Oportunidades han alcanzado reconocimiento internacional por su orientación en materia de desarrollo humano, a través de la creación de capital social.

El problema más grave de la pobreza, retomando palabras del maestro Kliksberg, es que ya no puede esperar... no tiene paciencia. Se trata de vidas humanas que por fortuna, tras la expectativa de nuevos gobiernos con nuevos métodos, han postergado buscar los propios como ha ocurrido en otros tiempos.



El autor es financiero; actualmente trabaja en aspectos sociales de Petróleos Mexicanos y estudia la maestría en Políticas Públicas del Tecnológico de Monterrey , Campus Ciudad de México. Comentarios: ncorzozepeda@yahoo.com.mx

Voy derecho y no me quito.

Por Javier Oroz.

Dicen nuestras diferentes legislaciones penales en el país que un delito es el acto u omisión que sancionan las leyes penales, mismas que por su forma de realización pueden ser instantáneos, permanentes o continuados. En este sentido, el delito es una conducta que realiza una o varias personas, pero dicha conducta debe ser relevante para el derecho penal, ya que no cualquier conducta es considerada como delito sino únicamente aquellas que causen un daño o pongan en peligro lo protegido por la ley penal ( vgr. la vida, la libertad, la salud, el patrimonio). No obstante esta definición, muchos seguimos preguntándonos ¿qué es un delito? Vea Usted lector: la idea general del delito es la de una violación o abandono de la ley, que se convierte en delito cuando choca con la ley, ya que el acto o conducta puede ser malvado, dañoso, etcétera, pero no será delito si la ley penal no lo tipifica. En Sonora los delitos pueden ser: a.- intencionales (dolosos), b.- culposos (negligentes); y preterintencionales, cuando se causa daño mayor que el que se quiso causar (es decir se quiso pero no tanto).


Si analizáramos lo anterior desde un punto de vista sociológico, observaríamos que delincuente es aquel que presenta una conducta antisocial expresamente tipificada como antijurídica y que por tanto merece ser castigado, restringiendo la libertad (física y psicológica) en prisión o en su caso con libertad pero sometido a vigilancia procesal. Lo inquietante de esta reflexión es que podemos considerar entonces que la nuestra es una sociedad que delinque habitualmente.

Por mencionar unos casos, en el artículo 364 fracción II del Código Penal Federal tenemos que existe un delito sancionable de 6 meses a 3 años de prisión al que: de alguna manera viole, con perjuicio de otro, los derechos y garantías establecidos por la Constitución en favor de las personas, lo que significa que a cualquiera que de alguna forma viole el derecho de tránsito (cuidado entonces con bloquear una calle) o que viole la intimidad o privacidad de las personas estará cometiendo dicho delito y si resulta denunciado deberá de verse las caras con el Ministerio Público Federal primero en una averiguación previa y posteriormente ante un Juez de Distrito. Otros ejemplos de nuestra sociedad delincuente, son los correspondientes al delito de defraudación fiscal, que es cometido por quien con uso de engaños o aprovechamiento de errores, omita total o parcialmente el pago de alguna contribución u obtenga un beneficio indebido con perjuicio del fisco federal y el delito de contrabando que es cometido por quien introduzca sin permiso al país o extraiga de él mercancías omitiendo el pago total o parcial de las contribuciones o cuotas compensatorias que deban cubrirse.


Por fortuna de nuestras conciencias existen Códigos Penales como el de Sonora, que sí sancionan lo que podemos considerar como delitos en contra del orden social, y del cual no todos resultamos culpables. Tal es el caso de la bigamia, delito protector del orden monogámico de la familia matrimonial y que consiste en la celebración de un segundo matrimonio sin haber sido disuelto o declarado nulo el primer vínculo matrimonial. No obstante que la bigamia es un delito en Sonora, en el mundo existen otras legislaciones que no lo consideran propiamente como delito, sino como una mera infracción civil, lo que nos lleva a concluir que lo que para otros estados sí es una conducta que merece ser tildada de delito, en otras no tendrá mayor relevancia que una infracción de tránsito.


El delito, es entonces aquella conducta a la que una sociedad específica repulsa por ir en contra de los elementos o parámetros que ésta misma ha fincado para vivir en armonía, careciendo por ello el delito de valores u adjetivos calificativos que sean conjugables con él. Sin embargo, existen otros delitos en el Código Penal de Sonora que merecen nuestra atención por su notable o discreta agresión social: tal es el caso del delito de revelación de secretos que sanciona al que, sin justa causa, con perjuicio de alguien y sin consentimiento del que pueda resultar perjudicado, revele algún secreto o comunicación reservada que conoce o ha recibido con motivo de su empleo, cargo, puesto, o de la confianza en él depositada por otra causa; el de responsabilidad civil médica que cometen en el ejercicio de su profesión los médicos, cirujanos, sus auxiliares, y quienes practiquen especialidades similares; el de estupro que castiga al hombre que tenga cópula con mujer menor de 18 años que vive honestamente, obteniendo su consentimiento por medio de seducción o engaño; el delito de violencia intrafamiliar a todo familiar que cometa acto de poder u omisión reiterado e intencional dirigido a dominar, someter, controlar o agredir física, verbal, psicoemocional o sexualmente a cualquier miembro de la familia, y que pueda causar maltrato físico, verbal, psicológico o sexual; abigeato al que se apodere de una o más cabezas de ganado equino, ovino, caprino y porcino, de abuso de confianza, al que con perjuicio de alguien, disponga sin autorización, de cualquier cosa ajena mueble, de la que se le haya transmitido la tenencia y no el dominio. Todos ellos, justa o injustamente conllevan cárcel.

Así que si nos han cometido o hemos cometido una conducta pero todavía no sabemos que es en verdad un delito, debemos de acudir como ofendidos a la agencia del representante legal de la sociedad: el ministerio público o como posible inculpados, con el abogado penalista de nuestra preferencia para efectos de adecuar la conducta con el delito sancionable, ya sea que se pretenda acusar o defenderse, debiendo cuidarnos en uno u otro caso de la horrible corrupción que impera en el mundo que vive del "voy derecho y no me quito".

El autor es Licenciado en Derecho por la Universidad La Salle Noroeste y actualmente se desempeña como gerente jurídico en los estados de Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y Durango. Comentarios: javieroroz@gmail.com


Una opción para México

Por Erika Cervantes.

Sexenios van, sexenios vienen, y las promesas hechas por los políticos no encuentran realización en la vida diaria de los ciudadanos. Mientras los altos mandos están preocupados por contiendas partidistas y electorales, la sociedad sufre de graves carencias, injusticias y desigualdades. La clave, desde mi perspectiva, está en que nuestros gobiernos no han puesto el énfasis en el sector adecuado, que es la sociedad misma.

La base de México desde que surgió como país libre e independiente fue el liberalismo, que se define como la teoría y práctica de la limitación del poder. La nueva nación se comprometió a garantizar las libertades individuales mediante la Constitución. A lo largo de los años este liberalismo fue adaptándose al momento histórico, lo que dio origen a distintas formas de gobierno. Así fue que el país pasó por etapas de paternalismo, de populismo, y más recientemente, de un neoliberalismo a ultranza del que aún hoy se sienten sus efectos.

Pero ninguna de estas formas de gobierno ha podido suplir las necesidades de la sociedad. Los problemas siguen siendo los mismos, pero agravados. La pobreza, las desigualdades, la inseguridad y la delincuencia han ido en aumento y los gobernantes no encuentran la fórmula para acabar con tantos problemas sociales.

Si miramos hacia atrás, parte de la solución es presentada por John Rawls, un teórico liberal, catedrático de la Universidad de Harvard cuyo libro más conocido es “Una Teoría de la Justicia” (1971) y quien a lo largo de sus trabajos logró combinar dos corrientes de pensamiento que parecían inconciliables hasta ese momento: el socialismo con el liberalismo, creando así el liberalismo social, que es la base de lo que ahora se conoce como la Tercera Vía.

Se dice que el socialismo y el liberalismo parecían no tener puntos de conciliación porque el primero de ellos busca la igualdad a costa de las libertades, y el segundo busca exaltar las libertades a costa de la igualdad. En la práctica, el socialismo puso total énfasis en la sociedad y en la comunidad. El Estado se convirtió en un todo que absorbió las funciones de la economía y de la sociedad con la justificación de querer la igualdad de los ciudadanos. La consecuencia fue que se creó un Estado totalitario con injerencia tanto en la vida pública como en la vida privada de las personas. Por su parte, el liberalismo, con la filosofía del laissez faire, dejó en manos del mercado la vida política y social de las naciones, lo que provocó que las desigualdades en la distribución de la riqueza crecieran y la brecha entre ricos y pobre se hiciera más grande.

El gran logro de Rawls fue combinar ambas propuestas para lograr la más alta libertad con la más alta igualdad con justicia social un reto difícil ¿no?

Rawls expresa el deseo de crear una sociedad bien ordenada y guiada por dos principios de libertad. El primero dice que todos tenemos derecho de gozar de individualidad. Es decir, la más alta libertad individual compatible con la libertad de los demás. El segundo principio dice que todos tenemos derecho a disfrutar del producto de la cooperación social, es decir, a gozar de una justicia distributiva que genere igualdad.

El liberalismo social consiste entonces en tener un Estado cuya función sea la de garantizar la seguridad, la igualdad y el respeto de los derechos de sus ciudadanos, sin tener injerencia sobre la vida económica del país, que se deja en manos del mercado. El Estado existe para proteger a las personas de los abusos que se puedan generar de libre mercado, lo que implica una intervención directa en el momento en que se ponga en peligro el bienestar social. En resumen, se quiere una sociedad en donde conviva el libre mercado con la intervención del Estado a favor de los que menos tienen.

Es importante mencionar que la igualdad en Rawls no implica que todos sean iguales en cuanto a estratos sociales o a las posesiones que se tengan. Esta igualdad se refiere a que se tengan las mismas oportunidades para mejorar y para lograr un mayor bienestar. Igualdad en los derechos y en las libertades. Igualdad con justicia social en donde no haya discriminación por no tener lo que otros sí poseen. Igualdad en donde los que llegan más alto adquieran una mayor responsabilidad con los que menos tienen.

Parece utópico lograr una sociedad en la que el énfasis principal esté en la sociedad. Incluso Rawls fue duramente criticado en su momento por proponer un modelo idealista que no tenía cabida en la realidad. Sin embargo, en nuestros días se ha visto que este enfoque es el que se necesita para lograr mejores sociedades, en donde se dejen de lado los abusos del mercado y del Estado. Algunos países, de los más desarrollados, han logrado aplicar este modelo con grandes éxitos. Un ejemplo de ello es Inglaterra.

En México el reto es grande, pero no imposible. Estamos en el momento justo para empezar a sentar las bases del país que queremos tener. Y la responsabilidad recae ahora en la sociedad civil y no en el gobierno, pues ya se probó que éste únicamente ve por sus propios intereses y no por el bienestar general. Mientras la sociedad organizada no demande, no participe y no genere capital social, los gobiernos seguirán enfocados en sus asuntos. La sociedad debe exigir que las propuestas sean concretas y no dejarse impactar por las espectaculares y costosas campañas con que los candidatos bombardean al electorado.

El anhelo es que no pase otro sexenio ni más gobernantes que apliquen modelos de gobierno que dejen hundida a la sociedad mexicana. El liberalismo social puede ser la solución, puede ser una opción para nuestro México.


La autora es Lic. en Relaciones Internacionales por el Tecnológico de Monterrey y estudiante de la Maestría en Políticas Públicas en EGAP. Comentarios:
erikacervantes2003@hotmail.com

México sin propuesta

Por Alejandro Bahena.

Vaya decepción la que se llevó su fiel narrador al asistir a una de esas reuniones proselitistas que se ha empeñado en llevar a cabo el grupo opositor (ó al menos eso es lo que nos quieren hacer creer -en realidad no se sabe cuales sean sus verdaderas intenciones (ó tal vez sean demasiado obvias) al que se supone ser el “candidato” oficial del Partido que tantos años duró en el poder.

En realidad estamos viviendo una época de estancamiento político, en donde las ideas no surgen de los razonamientos de nuestros representantes, por el contrario, éstos se limitan a expresar sus discursos burdos, sin estrategias ni vías de acción a seguir.

Aquello que más nos sorprendió fue que estando en un supuesto “foro de desarrollo económico”, no existieran propuestas claras que definieran el rumbo por el cual México tiene que alinearse para crecer económicamente; las “recomendaciones” iban circulando entre los participantes del foro (prácticamente decían lo mismo), salvo alguno que otro que se aventuraba a proponer precisamente lo que plantea el “Gobierno del cambio” y que por alguna circunstancia u otra no ha logrado implementar. De esta manera todos y cada uno de los que quieren su pedazo de pastel (ó más bien solo aquellos que al menos tuvieron la perspicacia para comprender que estaban ante un auditorio que esperaba escuchar palabras en torno a la economía del país), decían que habría que fortalecer el crecimiento interno de la nación, que habría que impulsar el desarrollo de infraestructura y la inversión en tecnología e investigación, que sería necesario crear fuentes de empleo, etcétera, etcétera, sin embargo, como se manifestó en un principio, la carencia de procedimientos y de ideas innovadoras (para concretar éstas “encomiendas”) fueron la constante en la sesión, quizás conscientes de que sus simpatizantes aplaudirían cualquier comentario que saliera de sus bocas (por más insignificante e irrelevante que éste fuera para el tema en cuestión) -y si no fue así vaya problema con el que nos enfrentamos-, pero inconscientes de que el pueblo mexicano estamos hartos de tanta habladuría y tan pocos resultados.

Este escenario tan pernicioso para las esperanzas de la sociedad mexicana infunde en un servidor la comprensión sobre la antipatía que existe entre el legítimo electorado. Es natural que ante tal situación de incertidumbre política, de despilfarro monetario (porque el chistecito que se cuenta les costó cerca de trescientos mil pesos -no se diga de las precampañas y campañas de los diversos precandidatos y candidatos a puestos de elección popular (aunque bien este acto -“foro de desarrollo económico”- podría considerarse uno de tantos gastos de precampaña de los aspirantes a la candidatura a la presidencia del partido político en cuestión)-), de falta de propuestas, y de sinvergüenza cotidiana, haga que la gente no solamente no se interese por participar en los eventos de esta naturaleza (sin ser militante de algún partido en particular), si no que al parecer cuenta con alguna clase de repelente contra asuntos políticos nacionales, los cuales han dejado de ser de incumbencia de la mayoría de la población (quizás haya caído en la desesperación de quien siempre se topa con lo mismo y no encuentra un camino que lo guíe hacia alguna alternativa confiable).

El tan esperado cambio prometido por el actual gobierno jamás ha llegado en cinco años de gestión -al menos sus hazañas macroeconómicas por las que se jactan no han sido percibidas por las familias más necesitadas (ni por las no tan necesitadas)-, y la desilusión y el desencanto amenazan con atraer cada vez más a los desatendidos a la canasta del abstencionismo y la nula participación. Ahora bien, no todas las personas han dejado caer sus brazos, existen almas que aún quisieran hacer algo por el bienestar de la nación (y claro está que poseen las cualidades y capacidades para hacerlo), sin embargo las oportunidades para este nicho son escasas.

El problema yace en que a causa del accionar de nuestros políticos la gente ha perdido la confianza; el México sin propuesta que vivimos está carcomiendo el interés de las personas por participar en la vida política de la nación. Obviamente, como se ha mencionado anteriormente, existen individuos que han luchado por hacerse un espacio de alguna manera u otra dentro de los círculos de poder, sin embargo constituyen cuerpos de presión más que entes que tomen las riendas del país. Ahora bien, si nos pusiéramos a analizar a cada uno de los aspirantes que podrían llegar a ser el máximo mandatario de la nación, veríamos (casi con seguridad) que serán difíciles los seis años venideros a partir de las elecciones presidenciales.

De todos es sabido que será casi imposible que el partido en el poder repita su estancia en “Los Pinos”, por lo tanto el triunfo del dos mil seis pertenecerá a alguno de los dos partidos restantes que en realidad tienen posibilidades de victoria (los demás buscarán alianzas o simplemente obtendrán menos del cinco por ciento de la votación). No se tiene la intención de desanimar al lector, pero a como están las cosas, sin duda alguna el escenario con el que se comenzó este documento será la constante durante las campañas del presente y del próximo año, en donde la politiquería estará por encima de las propuestas, y en donde las estrategias y las vías de acción estarán perdidas entre actos proselitistas y mítines populacheros.

El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por el Tecnológico de Monterrey. Comentarios:
abahenap@yahoo.com

La “Intitulada”

Por Omar Del Valle.

Hace un par de semanas asistí a una obra de teatro cuyo nombre titula esta editorial. Cuarenta y cinco minutos combinaban una sensación de oscuridad, de angustia, de desesperación. ¡Es violencia pura! pensé. Maldita sea, hija de p….Bueno, en realidad las señoritas de la vida alegre no tienen la culpa del insulto, más hiere e indigna la misma violencia.

Me molesta. La inseguridad nos aterra. Muchos pasan días, meses y años enteros y no se enteran de en dónde está, cómo es, quién la genera, ni mucho menos se percatan de sus efectos directos o secundarios. Destruye lentamente las sociedades que claman ser libres, maltrata los delgados hilos de paz social con la cual se sostiene un ambiente digno para vivir y ser.

Hoy está aquí, pasó enfrente de nosotros, nos comió la voz y nos cegó la fuerza. Repetidamente la puesta en escena mostraba los agudos gritos de las víctimas: ¿Dónde están? ¿Dónde están? ¿Ya se fueron? ¿Ya se fueron? Ijoe-pu…ijoe- pu…Retumban las paredes, un niño exclama aterradamente: ¡Mi juguete! ¡Mi juguete!...

La violencia y la inseguridad están en todas partes. Pienso que en México, en todo su haber y esplendor, lamentablemente existen dos situaciones. La primera es “la costumbre”. Uno piensa que se puede acostumbrar a ella, digo, la violencia se comenta por doquier, en los diarios, en la radio y en la televisión. Poco nos asombra cómo la violencia nos aplasta, cómo el hombre se autodestruye. ¿Quién no ha cenado viendo el noticiero que transmite la guerra? Hasta se venden revistas de mal gusto que sólo muestran violencia, sangre, destrucción…morbo. Alguien me comenta que es la misma naturaleza humana: la destrucción. No supe si morir de la rabia o de la desilusión pues quizá tiene razón. Al escuchar hablar de la violencia e inseguridad, de sus estragos, de su culpa, de su asquerosa manera de existir, de su profunda estupidez, me percato que su frialdad quebranta las buenas intenciones, las esperanzas… ¡Pero qué va! Es parte de la rutina, nada de qué preocuparse, el pan de cada día, ¿cómo ve?

Mientras se sufre, se llora, y se desmorona la moral, se crea “la nada”: la segunda situación y quizá la más alarmante. Una “nada” amarga, sombra de las sobras, un silencio completo. ¿De quién es la mudez que “la nada” causa? ¿De quiénes han conocido la violencia o de quiénes suponen estar en cargo para evitarla? Una “nada” transparente, una “nada” que parece no existir, pero sabemos lo contrario. Es “la nada” de las acciones que debiesen trabajar por encontrar soluciones. Es una “nada” tormentosa. Imagínela. Camina lenta, entre todos, nos observa detenidamente, nos agradece nuestra ceguera. Imagínela, cruza una calle, sube un camión, estruja, roba, mata y caminando se aleja muy suavemente, como flotando por nubes de algodón teñido de colores pasteles como un atardecer, un atardecer que ha sido para muchos el fin.

Mujeres, niños, ancianos, hombres, animales, etc. Toda la naturaleza se torna agresiva; es la ley de la naturaleza: el más fuerte sobrevive. En México fiscales van, fiscales vienen, promesas van y no vienen, pero la violencia sigue y se arraiga a su juego sucio. El país se nos va de las manos. Cuidado, ¡Maldita sea!

En los tres cuartos de hora de la obra observé aquella “nada”. Transitaba entre los actores. Golpeaba y burlaba, llegaba y partía. Volvía a aparecer. Inmunda. Quería no ser vista, llevaba una cara blanca, pálida como su nombre. Curioso era ver que “la nada” estaba coronada. ¿Quién corona a “la nada”?, me pregunté. Era una corona de estilo árabe, colgaban de ella telas coloridas. Telas con figuras de rayas, cuadros, y de rombos. Colores rojos, azules, distintos tonos, muchos. Los colores no representaban ni sangre ni mucho menos esperanza. ¡Sorpresa! Tampoco eran telas coloridas solamente, eran corbatas “finas”. Entendí entonces quién coronaba a “la nada”.

En México coronan a “la nada” los que la niegan tres veces antes que cante el gallo. Bola de traidores. Coronan a “la nada” los que despachan del centro cuando los problemas están en la periferia. La coronan los que buscan maquillarse como ella pues ya hasta parece que “la nada” tomó valor, es muy querida, buscada y valorada. Coronan a “la nada” la falta de sentido de la vida ajena de quienes deciden por nosotros. Ninguna novedad.

La “Intitulada” me dejó pensando, y entre tanta bruma, hace unos días me encontré con Bukowsky. Olía mal como es su estilo. Pero eso no me limitó para platicar con Charlie. Su tragedia no era más que andar por la calle. Quizá para la calle, la tragedia era tenerlo a él. De cualquier modo, dijo algo cierto: si no tienes la chispa, colapsarás. ¿Qué chispa nos falta en México?, ojalá que no sea la chispa que vi en una caricatura de Quino cuya frase dice: “he decidido enfrentar la realidad, así que apenas se ponga linda me avisan…” Quizá ésta sea la chispa de los coronadores mexicanos.

México. Feminicidio sin solución.
México. Balacera en un Kinder en Morelia.
México. Más de 300 muertos en Sinaloa en el primer semestre del año.
México. Policía Militar en Nuevo Laredo.
México. Genocidio de hace tres décadas sin resolver.
México. Guerra de guerras. Acomodos del narco.
México. Elecciones, que el próximo se haga cargo.
México. ¿Y nosotros? ¿Seguimos sin título?

Esto no es un premio de Record Guiness. ¿Hasta cuándo? ¡Carajo!

La “Intitulada”, póngale el nombre que quiera…