La definición social de las remesas.
Por Ernesto Castañeda Tinoco.
En estricto sentido una remesa es una cosa enviada de un lugar a otro con cierta continuidad. En los últimos años el termino remesa se ha utilizado para referirse al envío de dinero que un trabajador manda de un país a otro. Por su carácter transnacional han llamado la atención de los creyentes en el fenómeno llamado “globalización” quienes en ocasiones las presentan como evidencia de este fenómeno. Algunos las llaman “la cara humana de la globalización” o “globalization from below.” Sin embargo, cabe destacar que el envió de remesas no es algo nuevo ya que tuvo antecedentes entre migrantes italianos y polacos en el siglo XIX y XX. A través de la historia, viejas burocracias imperiales, familias reales, empresariales y de elite con hijos en el extranjero, familias de expatriados y de ciudadanos trabajando en misiones imperiales, colonizadoras y diplomáticas también han mandado recursos económicos para el sustento de sus familias a través de fronteras políticas.
Algunos califican el termino de remesas con calificativos tales como remesas familiares para referirse en especifico a la categoría más común donde algún miembro de la familia ya sea el padre, la madre y/o uno de los hermanos mandan dinero como estrategia de ingreso familiar. Si bien la economía familiar observa un mayor flujo económico, el costo social y psicológico es tener a un miembro de la familia lejos de casa por varios años con el único objetivo de convertirlo en fuente de recursos. Esto constituye un extremo de la figura del “breadwinner” o sostén de la familia, que se viene dando a partir de la división del trabajo por géneros, la comodificación del trabajo y la sacralización de la infancia y la diferenciación entre lugar de residencia y de empleo.
Otros usan adjetivos como remesas migrantes para hacer hincapié en el carácter migratorio de estos trabajadores transnacionales. Si bien estas remesas están ligadas a desigualdades en el desarrollo económico y de distribución de recursos nacional e internacionalmente, y la diferencia internacional en salarios que orillan a muchos a migrar, algunos de los últimos debates sobre remesas han tendido a separar el tema de remesas del tema migratorio.
Por su carácter binacional y la manera en que son contabilizadas las remesas son parte importante en la balanza de pagos entre países. Por lo que algunos comentaristas mal informados o con agendas políticas las ven cómo perdidas de recursos para los países de donde se originan sin tomar en cuenta los beneficios por el trabajo realizado, o bien se atreven a categorizarlas como ayuda internacional, lo cual es una tergiversación de la realidad.
Por otro lado hay quienes ven en las remesas colectivas, es decir las donaciones a proyectos colectivos o de inversión, una clave para el desarrollo político y económico, sin dejar de ser importantes, resulta demasiado optimista e irresponsable asignarles la responsabilidad de impulsar el desarrollo del país por si solas. Tanto entre migrantes como entre el pseudo-especialista en desarrollo se sigue el mito de que el migrante después de trabajar unos años en el extranjero puede regresar del extranjero con capital suficiente cómo para iniciar su propio negocio. Si bien estos casos se dan, parecen ser más la excepción que la regla.
Algunos de los gobiernos de los países que más remesas reciben han impulsado la constancia e incremento de estos flujos que ayudan en la balanza de pagos, la atracción de moneda extranjera y el alivio a la pobreza. Sin embargo, es importante recordar que las remesas familiares y colectivas no pueden ni deben suplantar los roles que tiene el gobierno como prestador de servicios y promotor de modelos de crecimiento efectivos.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) organizó un congreso sobre Remesas en Washington a finales de junio al cuál asistí y en donde estas diferentes percepciones y construcciones del fenómeno remisorio se vieron presentadas y enfrentadas. Por un lado, los banqueros ven estos flujos como informales, por darse cita fuera del sistema bancario y su objetivo principal es “bancarizar” a estas personas prometiendo comisiones menores que las actuales y acceso a crédito, lo cuál aún resta de ser una realidad en Latinoamérica y no garantiza que los bancos sigan ofreciendo los créditos que ahora prometen si es que la mayoría de los migrantes abren cuentas de banco. Por otro lado micro-bancos y las cajas de ahorro usan las remesas como bandera de propaganda, tema moral y como salvavidas del cual aferrarse para sobrevivir.
En el caso de México, BANSEFI está desarrollando un sistema integral que uniría cajas de ahorro, micro-crédito, hipotecas, seguros e hipotecas para capitalizar parte de estos recursos con ayuda de los sectores público, privado y civil.
Como varios estudios indican, la mayoría de los recursos que las familias con miembros en Estados Unidos reciben son dedicados a consumo básico. La idea es que parte de estos recursos sean utilizados en proyectos económicos sustentables a largo plazo. Más recursos pueden aparecer si las comisiones bajan y existen servicios de educación financiera e inversión así como cooperativas y organizaciones sin fines de lucro que inviertan parte de estos recursos en las zonas migrantes.
Representando al Banco de México el subgobernador, Guillermo Güémez, defendió el total de 16.6 mil millones de dólares percibidos por concepto de remesas en 2004, representando el 2.46 del producto interno de bruto. Comentó abiertamente que la expectativa es que esta cifra siga creciendo incluso si se reduce la brecha de ingresos entre Estados Unidos y México.
Como Donald Terry, director del Fondo de Inversión Multilateral del BID comentó en un foro en Nueva York el 15 de Julio “No es bueno que América Latina sea la región del mundo con el mayor total de remesas porque no se trata de una estrategia de desarrollo, sino que más bien refleja las fallas de una estrategia de desarrollo.”
Como esta pequeña reseña muestra los discursos son muchos y el debate continúa entre diferentes actores para construir el discurso oficial sobre el fenómeno de las remesas, en el cuál los auto-denominados expertos deben de dejar su ego y carreras un poco de lado para escuchar la voz del migrante que envía remesas y de su familia en México, no sólo en encuestas superficiales sino en estudios y programas que atiendan esta serie de dramas humanos y cambios sociales que en un futuro marcaran la nueva cara de Norteamérica.
Ernesto Castañeda Tinoco es graduado de la Universidad de California Berkeley. Actualmente estudia el Doctorado en Sociología en la Universidad de Columbia en Nueva York donde adquirió su maestría. Comentarios: ernestoforo@yahoo.com
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