Por Rafael Medina Martínez.
Entre tanto Frida sigue pintando sus cuadros, las recomendaciones que Diego le hace, son muy valiosas para la pintora, las tácticas que le recomiendan, son muy eficientes, Frida ve su mejoría en el arte cada vez más rápido. Frida está feliz con la compañía de Diego, el amor en ellos nace cada vez más y más, son un par de locos enamorados, que vuelan por los cielos y alcanzan las estrellas, Frida la azucena y Diego el girasol son una comparsa que si bien uno es feo y la otra no es tan guapa, la congenialidad de la pareja forman un especie de sol y luna siendo tan opuestos como el día y la noche. En pocas palabras los enamorados hacen una pareja muy especial.
Frida comienza a tener problemas en su casa, a su madre le molesta que el señor esté acortejando a su hija:
Fridita mi amor.
Sí mama ¿qué pasa?
Oye mi amor, estoy viendo que este señor Rivera, está viniendo mucho a la casa, y veo que a ti te encanta que venga y te encanta salir con él.
Sí mamá ¿qué tiene de raro?
Pues lo malo es que te enamores de él hija.
Hay mamá por dios, pero cómo crees eso.
Si hija, yo te veo que le haces cariñitos, que le echas ojitos y que le hablas bonito.
Hay mamá tú sabes que así soy yo, yo soy muy cariñosa con todo el mundo, bien lo sabes.
Sí mija, pero veo que eres más con ese señor tan gordo.
Hay mamá, es que, es muy lindo conmigo, yo no puedo ser grosera con él, ¿o sí?
No, no yo no te digo que seas grosera con nadie, pero yo veo que te pasas de cariñosa.
A ver mamá, ¿qué tiene de malo?
Lo malo es que te enamores de él hija, tú que eres tan linda, tan guapa, tan hermosa, cómo te vas a enamorar de un tipo tan panzón y tan feo como ese.
Bueno y si me enamorara, ¿qué?
Pues que mal, te estás enamorando de un hombre dos veces mayor que tú, de un gordotote, de un ateo, ay dios mío, no, no, ni dios lo mande, que mi hija se enamore de un tipo que no cree en dios, además es un borracho, aquí ha llegado oliendo a vino, es un tipo que ni siquiera se baña, porque aquí llega todo mugroso.
Ay mamá, llega así porque siempre que termina de pintar viene a verme.
Pues muy mal, primero que se bañe si quiere ver a mi hija. Además es comunista –continúa la madre- y lo peor de todo es que es horrible el pobre hombre, espantoso, yo no sé cómo te puede gustar un hombre tan feo, tan gordo y tan viejo, hay hija pero qué tienes en la cabeza, qué le ves de atractivo a ese tipo tan feo, además es un vividor, a mí me han dicho que te cuide de ese sujeto, me dicen que tiene hijos regados, mujeres, que ha estado casado no sé cuántas veces, con no sé cuántas mujeres, no, no hija la verdad no te dejo que te enamores de un vividor como ese, la verdad no te conviene. Puedes seguirlo viendo, pero te prohíbo determinantemente que te enamores de él, ¿me entiendes hija? Está prohibido que te enamores de ese hombre, deberías de buscarte otro muchacho de tu edad, uno como Alejandro o como el de tu hermana Cristina, alguien que no sea tan feo, que sea más joven, aunque a mí no me cayera bien, como Alejandro, alguien así prefiero para ti, no quiero un viejo que parezca elefante, oye pobre tipo, a de pesar como mil kilos, no puede ni caminar, cuando viene a la casa apenas cabe por las puertas y cuando se sienta en el sillón parece que lo va a tronar, parece que cuando pisa, tiembla toda la casa, no hija, ya me imagino a su esposa cuando dormían juntos, la pobre mujer tenía que ponerse una armadura porque sino la estrangulaba, ay hija no, piensa, piensa bien las cosas, que no te engañe, no te dejes cautivar por un vividor como ese, tú eres muy bonita y no me gustaría que mi hija anduviera con un tipo como ese globonón.
Sí mamá, sí, no te preocupes, -le contesta Frida- ya te estás volviendo paranoica, no hay nada de qué preocuparse, yo jamás me enamoraría de un elefantito como ese, ni aunque estuviera loquita.
Las semanas pasan, Diego y Frida, mantienen una relación muy sana, y están profundamente enamorados uno del otro.
Un día después de tantos encuentros y tantas cartas amorosas que se enviaron, Diego llega a la casa de Frida con un traje sastre muy limpio –raro en él- su sombrero en la mano y una cajita en la otra mano, al ver a Frida le pide de favor hablar con sus padres. Frida les llama, los padres llegan, se presentan ante Diego y le preguntan:
Si díganos ¿qué pasa? –pregunta el padre de Frida-
Estoy aquí y he pedido hablar con ustedes porque tango algo muy importantes que decirles. –los padres se miran entre sí intrigados- El motivo de mi presencia es para venir a pedirles la mano de su hija que amo tanto. Estamos muy enamorados y nos queremos casar, así lo hemos decidido y estamos aquí juntos para expresarlo, traigo aquí el anillo de compromiso, quiero dárselo delante de ustedes. –Diego saca de la cajita un anillo pequeño y se lo pone en el dedo anular a su prometida. Los padres se quedan impresionados, están desconcertados ante la noticia que les trasmite el pintor, Frida no les había insinuado nada en ningún momento, hasta ella se siente impresionada, pues no sabe nada, pero está feliz ante el asombro. La primera que toma la palabra es la madre-
Mire señor, yo no consiento que mi hija se case con alguien como usted, a mí me han llegado muy malas referencias de su vida y su pasado, además es usted muy viejo para una chamaquita como lo es Frida, de mi parte no tiene Frida el consentimiento; no la dejo casar con alguien como usted. –la señora se da la media vuelta y se va muy enojada y triste, el padre trata de detenerla, pero ella se resiste, se encierra en su cuarto y no quiere saber nada más del asunto, Frida está inmóvil, no dice nada ante el asombro, no capta lo que está pasando, entre tanto se queda Guillermo para aclarar las cosas-
Haberr señorr Riverra, a nosotros Frrieda no nos ha dicho nada al rrespecto, cuando menos a mí no.
Lo que pasa es que Frida –lo interrumpe Rivera- tampoco sabía de este día, por ello he traído el anillo y se lo he entregado delante de ustedes. –Frida asiente con la cabeza-
Pues mirre, yo no me opongo a que mi hija sea feliz, de ninguna manerra, es lo que más desea un padrre para sus hijos; la felicidad. La única manerra en que tenga mi consentimiento es que Frrieda esté convencida verdaderamente de que quierre casarse con usted, de serr así, yo no me opondrría en ningún momento, pero quierro que Frrieda me lo diga y que le nazca del corrazón, quiero asegurrarme de que Frrieda serrá feliz y de que usted harrá feliz a mi hija, de serr así cuentan con mi consentimiento y mi apoyo parrra que se realice su boda. Y por mi esposa no se prreocupe, usted sabe cómo son las madrres, jamás quierren perder a su hija, así pasó con mis otrras hijas.
Pues muy bien, -dice Diego- sólo falta la palabra de la novia.
-Frida se incorpora, extiende la mano donde Diego le puso el anillo y mirándolo dice-
Yo siempre he estado esperando este momento, mi decisión de casarme con Diego está tomada desde el día en que lo conocí en la preparatoria, desde aquel entonces tuve la ambición de tener un hijo de él, hoy que viene formalmente a pedir mi mano, mi aceptación está de antemano, quiero que sepas papá que en ningún momento he titubeado en la idea de casarme con Diego, es un gran hombre, me quiere mucho y sé que me va a ser feliz para el resto de mis días, quiero casarme en el momento que Diego lo decida, es decir, en la fecha que él disponga. -el padre se queda pensativo por unos momentos, Diego y Frida se abrazan y esperan la última sentencia del padre-
Guillermo dice:
No olvide que mi hija es una persona enferma y que lo será toda la vida: es inteligente, pero no guapa. Piénselo y si a pesar de todo desea casarse con ella, yo le doy mi consentimiento.
La boda se realiza semanas después.
El miércoles 21 de agosto de 1929, Frida y Diego se presentan en el registro civil de Coyoacán, donde unen sus vidas ante el juez del registro. Nadie asiste a la boda, solamente el padre de Frida, Guillermo Kahlo y otros parientes.
En los periódicos del día 23 aparece en el diario “La Prensa”:
El pasado miércoles, en el barrio de Coyoacán, Diego Rivera, el discutido pintor, se casó con la señorita Frieda Kahlo, una de sus discípulas. Como se ve (en la foto), la desposada vestía un simple traje de ciudad y el pintor Rivera una chaqueta sin chaleco. La ceremonia se celebró sin pompa, en una atmósfera muy cordial y con la mayor modestia, sin ostentación ni ceremonias sofisticadas. Al concluir la ceremonia algunos íntimos felicitaron a los recién casados.
En el New York Times aparece:
DIEGO RIVERA MARRIED
Noted Mexican Painter and Labor Leader Weds Frida Kahlo.
Noted City, Aug. 23 (AP). Announcement was made today than Diego Rivera, internationally know painter and labor leader, was married Wednesday to Frida Kahlo in Coyoacan, a suburb of Mexico City.
(Continuará en la próxima edición)
LOS MURALISTAS DE FUEGO
RAFAEL MEDINA MARTÍNEZ
EDITORIAL PORRUA
Rafael Martínez Medina es estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana. Comentarios: letraz@hotmail.com
Wednesday, December 15, 2004
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