El término “política” es parte del vocabulario diario de los mexicanos. Al oírlo, la mayoría de nosotros piensa negativamente debido al contexto político en el que vivimos. Día con día, a través de los medios de comunicación, vemos pleitos, contiendas, corrupciones y algunas otras “jugadas” sucias entre los políticos mexicanos.
Sin embargo, muy pocos saben qué es en realidad la política, cómo funciona y cuál es su fin principal. Incluso, dudo que muchos de nuestros dirigentes sepan exactamente su definición, de ahí que hagan todo, menos política. El tener un entendimiento claro sobre el término en cuestión nos permitirá comprender y analizar la realidad mexicana de una mejor manera, así como saber en qué áreas podemos influir para mejorar las condiciones en que se desarrolla la misma.
Para comenzar, es importante mencionar que la política tiene dos facetas: el conflicto y la conciliación. En el conflicto se da la violencia, el desorden, la anarquía y la opresión. Por su parte, la conciliación trae como resultado el orden, la libertad y la organización. Algunos teóricos clásicos vieron la política como conflicto; ejemplo de ello son Marx (Lucha de clases) y Schmitt (Amigos-enemigos). Algunos otros se inclinaron por la conciliación como Hobbes y Rousseau que se pronunciaron a favor del Contrato Social.
La política, al contrario de lo que se piensa, se identifica más con la paz que con la guerra. Por lo tanto, la conciliación es el extremo hacia el que se debe inclinar la labor política, y no hacia el conflicto. Mantener el orden es su fin principal, así como organizar la convivencia, impedir la disgregación y evitar que la violencia se generalice. La política tiene que evitar el caos y garantizar la concordia entre los individuos.
La democracia, en este sentido, es la única forma de gobierno que ayuda a cumplir los fines de la política, pues busca ejercer el poder de manera conciliatoria, es decir, trata de que haya armonía entre las distintas facciones. La democracia establece reglas que permiten competir por el poder por la vía pacífica.
La violencia, por lo tanto, es un elemento que está presente dentro de la política. Incluso es un elemento necesario para definirla, más no suficiente. Y algunos se preguntarán ¿por qué es necesario para definirla?, La violencia de la que se habla es de una violencia legítima que solo puede usar el Estado con el único fin de mantener el orden. Ya lo decía Max Weber, que el monopolio de la fuerza (violencia) lo tiene el Estado. Esta violencia de la que hablamos sirve para limitar el poder privado, para constreñir y obligar a los ciudadanos a la obediencia, mas no para oprimirlos. La violencia únicamente es válida cuando el poder está legitimado y justificado, cuando se usa para mantener el orden.
En resumen, la concepción verdadera de la política poco tiene que ver con la realidad que vivimos en México, en donde el conflicto es el pan diario. Los mexicanos no hemos entendido que la política es el arte de fijar metas colectivas y alcanzables para el bien general. Tampoco sabemos que el hombre político debe ser un “tejedor” que armonice los hilos sociales y no un estratega que busque los intereses de élite. Nuestra idea de política es totalmente contraria a la que en realidad es.
En el momento en que cada mexicano comprenda que la política no es sinónimo de ser “grillo”, o de destruir al contrincante, sino que se trata de construir para el bien común, las cosas comenzarán a cambiar en nuestro país. La tarea nos corresponde a cada uno de nosotros.
La autora es Lic. en Relaciones Internacionales por el Tecnológico de Monterrey y estudiante de la Maestría en Pólíticas Públicas en EGAP. Comentarios: erikacervantes2003@hotmail.com
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