Hoy les pregunto, ¿Quién de nosotros no se ha perdido en lo inerte del mundo y su codicia material? Quizá en ambas condiciones no muchos, pero quizá en la segunda, la mayoría. Existen países que se caracterizan por su liderazgo en el trabajo y en la acomulación de riquezas, otros por su vida alegre e indiferencia a la vida.
En un artículo leí que ni Bill Gates (hombre entre los más ricos del mundo) ni Bill Clinton (hombre entre los más poderosos) eran los más felices sino el Mexicano promedio. Una encuesta proveía que el ingreso promedio de los mexicanos era suficiente para divertirse en la vida. Sin embargo, no podemos pensar en el ingreso promedio de los mexicanos como medida de bienestar cuando más del 60% del ingreso nacional lo tiene el 20% de la población, mientras que el 80% restante de la población solo tiene el 40% del ingreso o menos. La inequidad es enorme aún cuando el ingreso medio sea casi de 7000 USD al año.
Con todo esto, puede ser que los Mexicanos seamos alegres y no precisamente por que el ingreso sea suficiente o no para serlo. Sino que la misma indiferencia a la muerte (según dicen otros que por eso la celebramos) es la que nos caracteriza ser indiferentes a la vida y sus desgracias.
Quizá sea esto último lo que no nos hace ser líderes en productividad ni en acumulación de riqueza, quizá no lo explique todo. Más queda el entendimiento que, ciertamente es cierto (diría Fox) que no es ningún efecto de sospechosismo (diría Creel) negar falso de toda falsedad (como se dice en la cámara de diputados) que México y su historia, son uno sólo y por tal motivo, no puede ser causa de ignorancia sino carencia de conocimiento del tema (una frase más del H. Congreso), suponer que es nuestra cultura no ser líderes y altamente competitivos.
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