Sunday, January 23, 2005

¡Por elecciones en un clima de paz, tolerancia, civilidad y respeto!

¡No a la violencia!

¡Por elecciones en un clima de paz, tolerancia, civilidad y respeto!

Pronunciamiento de intelectuales
en torno a la jornada electoral para elegir
gobernador en Guerrero el 6 de febrero de 2005.

A la opinión pública:

Nosotros: hombres y mujeres, solidarios con los pueblos del sur, vinculados en nuestro quehacer cotidiano con Guerrero:
Nosotros: Guerrerenses partidarios de la democracia y de la transformación democrática:

Los firmantes de este pronunciamiento unidos en un anhelo común, deseamos hacer patente un exhorto a todos los actores políticos de la entidad para que la elección a que están llamados los guerrerenses el domingo 6 de febrero para elegir gobernador, se conduzca y efectúe en un clima de paz, tolerancia, civilidad y respeto. Cualquier acción en contrario provenga de donde sea, deberá merecer el rechazo y la desaprobación unánimes.

El estricto apego al marco jurídico e institucional allanará el camino para que en el estado se ejerza una elección transparente y ejemplar.
Guerrero es y será ejemplo de civilidad política para todo el país si sus ciudadanos concurren a un proceso justo, equitativo e imparcial y su voto es respetado.

La entereza y la responsabilidad que caracterizan a sus ciudadanos, representan para todo el país, un fiel ejemplo de una sociedad con historia y tradición, con propuesta y determinación.

Estamos ciertos de que independientemente de su decisión, el heroico pueblo guerrerense con su voto estará resuelto a enfrentar su presente y abrir al mismo tiempo una ventana hacia el futuro y hacia un horizonte más prometedor.

José Agustín; Tomás Bustamante Álvarez; José Dimayuga; Berenice Illades Aguiar; Patricia Toscana Suazo; Victoria Enríquez; Yuriria Iturriaga; Selma Beraud; Laura Carrera Lugo; Margarita Peña; Ifigenia Martínez; Manú Dornbierer; Herlinda Sánchez Laurel; Rosa Icela Ojeda Rivera; Luis Zapata; José Ojeda Bustamante; Florentino Cruz Ramírez; Rosalio Wences Reza; Arquímedes Morales Carranza; Marcial Rodríguez Saldaña; Serafín Núñez Ramos; Eliezer Morales; Evaristo Lenin Pérez Rivera; Federico Campbell; Marco Levaro Turcott; Fulgencio Bustamante Mendoza; Omar del Valle Colosio; Luciano Grobet Vallarta; Benito Ukan Tu; Jaime Salazar Adame; Jesús Mora González; Armando Salgado; Juan Sánchez Andraca; Liberato Terán Olguín;



Abel Alcantara Hidalgo; Alfredo Garza Castillo; Andrea Sánchez Quintanar; Adriana Meza; Agustín A. Rojas Herrera; Alberto Forcada; Alberto Mejia; Alfonso Tello Nolasco; Alicia Gónzalez Cortés; Alino Zúñiga; Anastasio Bailón Salas; Angel Almazán Juárez; Ángel Almazán Juárez; Antonia Sánchez; Antonio Ayala; Antonio Torres Montoro; Apolinar Ramos; Armando García Olid; Arturo Martínez Nateras; Arturo Martínez Núnez; Arturo Solis Heredia; Arturo Soto; Arturo Venegas; Arturo Zama Escalante; Ascencio Villegas Arrizón; Aurora Muñoz; Beto Miquirray; Carlos Reyes Romero; Carlos Razo Horta; Claudia Vences; Custodio Reyes; David Aguilar Reséndez; David Terán Olguín; Duval Reyes Guerrero; Edgar Rangel; Edmundo Montalbán Gatica; Eduardo Añorve; Eduardo Ibarra Aguirre; Eduardo Rojas; Enrique Armenta; Enrique Krebs; Enrique Santillán Cruz; Erasmo Cabañas Tavares; Erika Poblano Kinal; Esther Uri Barreda Estrada;Esteban Escamilla Prado; Eugenia Macias; Fernando Pineda Menez; Fernando Pineda Ochoa; Fiona de la Rosa González; Francisco Abarca Escamilla; Francisco Navarro Montenegro; Gabriel Esparza Velázquez; Genaro Campos; Gerardo Pelaéz Ramos; Gerardo Puentes Balderas;Gilberto Mario Navarrete González; Guadalupe Celis; Guadalupe Sánchez León; Gregorio Contreras Pacheco; Guillermina Cabañas Alvarado; Guillermo Kesney; Guillermo Wulff; Hilda Herrera Catalán; Humberto Martínez; Isaías Alanis; Jaime Lagunes; Jaime Javier Musa Bernal; Jairo Ademir Paredes; Javier Galicia Chávez; Jesús Benito Felix Tamayo; Jesús Ramírez Cuevas; Jorge Alonso Ramírez; Jorge Flores Flores; Josafath Quiroz Alvarado; José Antonio Gómez Sarabia; José Antonio Sánchez Cabrera; José Luis Alonso Vargas; José Luis Molina Díaz; José Luís Parra Mijangos; José Martínez Espino; Juan Carlos Barragán; Juan Carlos González Alarcón; Juan Daniel Manzo; Juan Guevara; Laura Sanpedro Rosas; Leoncio Domínguez Covarrubias; Lino Cabañas Tavares; Lorenzo Terán Olguín; Manuel López Álvarez; Marco Antonio Cervantes Insunza; Marco Flores; Marcelino Ramírez Baldez; Marcos Matías; Margarito Sánchez Mérida; María Gasqui; Maricela Quinto Gaytan; Mario Alberto Loya Sepúlveda; Mario Estrada; Mario Ramírez Salas; Mauro César Enciso Barrón; Metzeri Martínez Núñez; Miguel Angel Mata; Miguel Angel Zapata López; Miriam Sandoval; Octavio Klimek Alcaraz; Octavio Ocampo. Ol Salgado; Omar Salinas; Oscar Vázquez Illana; Otilia García Albarrán; Pablo Cabañas Barrientos; Palmira Adriana Pólito; Paloma Martínez Núnez; Pedro Vidal Tello Almaguer; Rafael Trejo Moreno; Ramón Espinosa Contreras; René Hernández Antonio; Ricardo Arroyo; Ricardo Torres Mendoza; Ricardo Venegas; Roberto Camps Cortés; Rogelio Ortega Martínez; Roger Joseph Bergeret Muñoz; Román Ibarra Flores; Rómulo Olea Rodríguez; Samuel Acevedo Flores; Samuel Borrego More; Sara Miguel; Silvestre Pacheco León; Silvia Alemán Mundo; Ulises Cuevas; Vicente Estrada Vega; Victor Pérez Chepe;

Wednesday, January 19, 2005

Pobreza: ¿compromiso o demagogia?

Por Roberto Valdez Beltrán.

Un mal como la pobreza requiere de una firme voluntad para su erradicación. Por más de 30 años los países ricos del mundo han postergado el cumplimiento de su promesa para suprimir dicho mal. Hoy, la presión por encararlo aumenta debido al gran número de acuerdos internacionales que se han quedado en el camino sin surtir mayores efectos.

En el año 2000 se adoptaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio en la Asamblea General de las Naciones Unidas, esto con la finalidad de reducir a la mitad la pobreza extrema mundial para el año 2015. Para lograrlo, los múltiples Jefes de Estado prometieron tomar acciones a través de políticas comerciales, Ayudas Públicas para el Desarrollo, y por medio de la transferencia de nuevas tecnologías hacia los países más pobres del mundo. A su vez, dentro del marco de los acuerdos internacionales de Doha (Noviembre del 2001), se intenta redimensionar el comercio internacional, permitiendo a los países pobres canalizar sus exportaciones hacia los mercados abiertos de países ricos. Más aún, en la Cumbre de Monterrey para el financiamiento del desarrollo (Marzo del 2002), Estados Unidos de Norteamérica junto con otros países desarrollados comprometieron dedicar un 0.7 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) a la Ayuda
Pública para el Desarrollo.

A 5 años de haber pactado el objetivo colosal por reducir a la mitad la pobreza extrema, la agenda cargada de compromisos ha sido modificada circunstancialmente. Así, los países desarrollados han dedicado, en promedio, menos del 0.25 por ciento de su PIB a la Ayuda Pública para el Desarrollo, de igual forma está por probarse su magnánima voluntad para cumplir los acuerdos de Doha, y así dejar que los países subdesarrollados puedan ver el lado humano de la globalización. Por su parte, Jeffrey Sachs, destacado profesor de la Universidad de Columbia y cabeza del “Proyecto Milenio” (un grupo de 265 consultores internacionales comisionado para apoyar el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio), enfatiza que el 2005 es un año clave para enderezar el camino: “Honrando los compromisos adoptados de buen gobierno, financiamiento adecuado, libre intercambio, acceso global a la ciencia y tecnología, se puede poner fin a la extrema pobreza en este planeta de aquí a una generación (2025) y ciertamente reducirla a la mitad de aquí al 2015”.

Indudablemente, este año será relevante para la agenda del desarrollo internacional. Con miras a cumplir el objetivo de reducir la pobreza extrema, habrá que estar pendientes de la revisión de los acuerdos en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el mes de Septiembre.

El papel de México…
Si de sumar voluntades se trata, los políticos mexicanos deben añadir a este magno esfuerzo su voluntad política responsablemente, y promover sin titubeos las reformas estratégicas que permitan acelerar nuestra condición de país en desarrollo. Bien valdría la pena hacer nuestro papel para lograr este noble objetivo, y que los más de 40 millones de mexicanos que viven en la pobreza puedan aspirar a mejorar su condición de vida.

El autor es Licenciado en Economía por el Tecnológico de Monterrey. Comentarios: tingio@hotmail.com

¿Derbez a la OEA?

Por Rafael Medina Martínez.

El canciller mexicano Luis Ernesto Derbez, desea presidir la Organización de Estados Americanos (OEA). Según sus declaraciones cuenta con 17 de los 34 votos necesarios para lograr la elección. Derbez, quien colaboró por muchos años en organismos internacionales como el Banco Mundial, desea regresar a la arena internacional con el aval de los gobiernos del continente americano, ya que es improbable que reciba la ayuda de Estados Unidos.


Es preciso analizar la diplomacia que ha mantenido México en este sexenio:



Primero: Las declaraciones de Fox en el 2001 acerca del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) donde afirmó que su utilidad era nula y que México saldría de este tratado. Estas declaraciones lastimaron a la OEA.


Segundo: La conocida votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde México al parecer iba a votar en contra de la invasión de Estados Unidos a Irak, jugando dos cartas, por un lado tratando de quedar bien con Estados Unidos al declarar que ningún tirano debía gobernar un país y por otro, diciendo que votaría en contra de la guerra. Esta actitud indecisa irritó mucho a Estados Unidos.


Tercero: El rompimiento de relaciones México-Cuba, (país que no forma parte de la OEA) donde a final de cuentas el gobierno mexicano, mediante su canciller, se retractó del enfrentamiento de la manera más cobarde, decidiendo reanudar relaciones como si nada hubiera pasado.


Cuarto: El fallido acuerdo migratorio con el vecino país del norte.


Estados Unidos, molesto con México por su diplomacia tan ruin (si es que se le puede llamar diplomacia a todos estos absurdos) está apoyando al ex presidente de El Salvador Francisco Rico para ocupar la titularidad de la organización, no habiendo otros mejores candidatos para arribar a este puesto. Aunque no era descabellada la idea de que uno de los mejores candidatos para tal puesto fuera Rigoberta Menchú, premio Nobel de la paz 1992, estando Estados Unidos de por medio, la idea se esfumaba . Lo peor del caso es que normalmente gana el candidato que apoya Estados Unidos y en este sentido, los yanquis han declarado que apoyarán a Francisco Rico y no a Luis Ernesto Derbez. Según sus razones, señalan que es mejor que entre un ex presidente centroamericano a presidir la OEA por la tradición que siempre se ha llevado y no un funcionario menor de un país tan cercano a ellos.


Realmente es de dudar que la mayoría de los países latinoamericanos se rebelen contra Estados Unidos y voten por un candidato que no sea el de ellos, pero por las afirmaciones de Derbez es necesario otorgar el beneficio de la duda, más aún cuando afirma que está tratando de convencer a los yanquis que él es la mejor opción.


La votación está programada para junio cuando sesione la Organización, pero Derbez pidió que se acotara el plazo, propuesta que agradó a Estados Unidos. De ser así, pronto comprobaremos las afirmaciones del canciller de haber amarrado ya los 17 votos necesarios para presidir el organismo. Si esto sucede, en hora buena, será el primer triunfo diplomático de la administración foxista; si no, será una derrota más en las múltiples vergüenzas que hemos vivido últimamente los mexicanos en las relaciones internacionales.


Sólo una cosa me pregunto: yo no sé que haría en la OEA un mexicano que cuando tomó posesión de su cargo como canciller ni siquiera supo qué significaba la “Doctrina Estrada”.


Rafael Martínez Medina, autor de El Enigma de Colosio, es estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana Comentarios: letraz@hotmail.com

Nuestros Tiempos

Por Ernesto Catañeda.

En 1956, el sociólogo Americano Charles Wright Mills escribió un libro llamado “La Élite del Poder.” Este es un libro que a pesar de haber sido escrito en los años cincuenta, sigue siendo relevante. En esta obra C. Wright Mills no sólo hizo un gran trabajo describiendo el Estados Unidos de su tiempo sino que también pudo prever con su imaginación y análisis sociológico lo que esta sucediendo en nuestros tiempos. Mills hace un análisis de la elite rural parecido al de Thomas Frank en su “What’s the Matter with Kansas” (2004).

Mills indica cómo la clase alta americana nunca tuvo éxito en establecer un prestigio aristocrático y cómo pasó de ser una clase propietaria a ser una clase administradora, trabajando en altos puestos de bancos y corporaciones; de ser una elite local a una elite nacional. Mills muestra la estrecha relación entre lecho familiar, nivel socio-económico, tipo de educación y la pertenencia a un cerrado grupo influyente y boyante. Mills ve como mitos convenientes para la elite en el poder la creencia en la meritocracia, la igualdad de oportunidades, el sueño Americano, la economía automática y la lucha de interés políticos que resultaría en un balance idóneo. Mills prueba lo similar que son las trayectorias de los principales hombres que tomaron las decisiones económicas, políticas y militares más importantes en la primera mitad del siglo veinte.

A Mills le molesta que los miembros de la elite siempre tengan en cuenta a otros de sus miembros cuando toman decisiones. Sin embargo, a pensar de su discurso, relaciones públicas y pretensiones nunca toman en cuenta los intereses de otros grupos sociales. Junto con Schmitt, Mills crítica el carácter verdaderamente democrático de los Estados Unidos y el mito de la soberanía popular, al mencionar que es un reducido grupo el que toma la mayor parte de las decisiones o deja de tomarlas de manera irresponsable.

Un aspecto que preocupaba a Mills eran las armas nucleares y qué hacer al respecto. Es interesante que Mills haya muerto escasos meses antes de la Crisis de los Misiles en Cuba donde el Armagedón fue evitado gracias a un buen juicio contingente y, de acuerdo con Mills, no a una decisión ya tomada, deliberada públicamente o a limites estructurales. Mills fue uno de los primeros en llamar la atención sobre la convergencia de intereses entre los ramos político, económico y militar en lo que ahora hemos dado por llamar “sector militar-industrial”.

Mills habla de cómo ejecutivos de corporaciones, políticos y militares cada vez intercambian sus posiciones y pasan de ser directivos de empresas a políticos, o de políticos a consultores, de generales a políticos y luego a embajadores o a miembros de consejos empresariales. La administración de Bush II provee algunos ejemplos de esta índole, tales como Dick Cheney quien estuvo muchos años en Halliburton, una compañía con suficientes contratos militares, incluyendo e alimentación a el ejército apostado en Irak. O el caso de Colin Powell, quien pasó del ramo militar al ramo político/diplomático como Secretario de Estado del primer periodo de George W. Bush. Está por demás recordar todas las relaciones con bancos y con la industria petrolera dentro y fuera de Texas.

Mills fue uno de los primeros en hablar de Estados Unidos como una economía de guerra incluso en tiempos de paz y se mostró en contra de las políticas imperialistas yanquis en Latinoamérica. En una de sus mejores predicciones, Mills advierte sobre el aparecimiento de un sentimiento conservador en contra del “New Deal” (nuevo trato), el cual si bien no destruyó a la elite en el poder, le dio más peso a otros grupos sociales en este nuevo reparto. En relación a esto, el autor relata cómo los empresarios se las ingenian para evadir impuestos y cómo se fijan como objetivo acabar con el estado protector. Mills también advierte sobre el sentimiento conservador de muchos miembros de la academia, como Alan Wolfe quien hace un epilogó bastante negativo de su libro.

Mills comenta que a pesar de las imágenes que expone Hollywood en el exterior, Estados Unidos es un país conservador pero sin una ideología. Habla de cómo el liberalismo ha sido extendido de tal manera, que ha perdido poder como teoría, ya que bajo este término se cobijan todo tipo de programas y metas. Sin embargo, al no tener un pasado claro al cual regresar y debido a la paradójica necesidad del cambio constante y de los mitos americanos, no se puede hablar de un conservadurismo clásico que justifique a una elite gobernante. En lugar de esto, a pesar de su influencia, la elite en el poder se mantiene lejos de la vista del público. Y por medio de publicistas, estos grupos, que a veces han acogido a las nuevas celebridades mediáticas, han tratado de crear una sociedad masiva. Sociedad en donde en lugar de un público con una voz y opinión real o relevante, se tenga a una sociedad de masas a la que se trate de convencer por medio de propaganda, manipulación, declaraciones de estados de crisis y guerra permanentes, y de que el status quo es la mejor y única situación posible.

Con su criticismo social C. Wright Mills nos da mucha información para conocer los mecanismos del poder en los Estados Unidos de América al fin del milenio y nos hace preguntarnos cómo se relaciona este estudio con las situaciones en otros países.


El autor es estudiante del Doctorado en Sociología en la Universidad de Columbia. Comentarios: ernestoforo@yahoo.com

¿Qué es la Política?

Por Erika Cervantes.



El término “política” es parte del vocabulario diario de los mexicanos. Al oírlo, la mayoría de nosotros piensa negativamente debido al contexto político en el que vivimos. Día con día, a través de los medios de comunicación, vemos pleitos, contiendas, corrupciones y algunas otras “jugadas” sucias entre los políticos mexicanos.

Sin embargo, muy pocos saben qué es en realidad la política, cómo funciona y cuál es su fin principal. Incluso, dudo que muchos de nuestros dirigentes sepan exactamente su definición, de ahí que hagan todo, menos política. El tener un entendimiento claro sobre el término en cuestión nos permitirá comprender y analizar la realidad mexicana de una mejor manera, así como saber en qué áreas podemos influir para mejorar las condiciones en que se desarrolla la misma.

Para comenzar, es importante mencionar que la política tiene dos facetas: el conflicto y la conciliación. En el conflicto se da la violencia, el desorden, la anarquía y la opresión. Por su parte, la conciliación trae como resultado el orden, la libertad y la organización. Algunos teóricos clásicos vieron la política como conflicto; ejemplo de ello son Marx (Lucha de clases) y Schmitt (Amigos-enemigos). Algunos otros se inclinaron por la conciliación como Hobbes y Rousseau que se pronunciaron a favor del Contrato Social.

La política, al contrario de lo que se piensa, se identifica más con la paz que con la guerra. Por lo tanto, la conciliación es el extremo hacia el que se debe inclinar la labor política, y no hacia el conflicto. Mantener el orden es su fin principal, así como organizar la convivencia, impedir la disgregación y evitar que la violencia se generalice. La política tiene que evitar el caos y garantizar la concordia entre los individuos.

La democracia, en este sentido, es la única forma de gobierno que ayuda a cumplir los fines de la política, pues busca ejercer el poder de manera conciliatoria, es decir, trata de que haya armonía entre las distintas facciones. La democracia establece reglas que permiten competir por el poder por la vía pacífica.

La violencia, por lo tanto, es un elemento que está presente dentro de la política. Incluso es un elemento necesario para definirla, más no suficiente. Y algunos se preguntarán ¿por qué es necesario para definirla?, La violencia de la que se habla es de una violencia legítima que solo puede usar el Estado con el único fin de mantener el orden. Ya lo decía Max Weber, que el monopolio de la fuerza (violencia) lo tiene el Estado. Esta violencia de la que hablamos sirve para limitar el poder privado, para constreñir y obligar a los ciudadanos a la obediencia, mas no para oprimirlos. La violencia únicamente es válida cuando el poder está legitimado y justificado, cuando se usa para mantener el orden.

En resumen, la concepción verdadera de la política poco tiene que ver con la realidad que vivimos en México, en donde el conflicto es el pan diario. Los mexicanos no hemos entendido que la política es el arte de fijar metas colectivas y alcanzables para el bien general. Tampoco sabemos que el hombre político debe ser un “tejedor” que armonice los hilos sociales y no un estratega que busque los intereses de élite. Nuestra idea de política es totalmente contraria a la que en realidad es.

En el momento en que cada mexicano comprenda que la política no es sinónimo de ser “grillo”, o de destruir al contrincante, sino que se trata de construir para el bien común, las cosas comenzarán a cambiar en nuestro país. La tarea nos corresponde a cada uno de nosotros.

La autora es Lic. en Relaciones Internacionales por el Tecnológico de Monterrey y estudiante de la Maestría en Pólíticas Públicas en EGAP. Comentarios: erikacervantes2003@hotmail.com